viernes, 26 de agosto de 2016

PROMESA DE FUEGO, Almudena Villalba Organero

Marina, asomada al balcón, contempla  la calle engalanada, y la algarabía de los vecinos y turistas le traen aromas de alegría de tiempos pasados, cuando del brazo de su Pepe, visitaban las «Barracas» y en las esquinas de las calles sellaban su recorrido con un furtivo beso. Cada año, desde el accidente, se pasea por ellas, desliza la mano por las paredes y se la lleva despacio a la boca para evocar el sabor dulce de sus labios, y sepultar por un instante la amargura del vacío. Las lágrimas se deslizan incontroladas sobre su rostro, siempre furtivas, en soledad. De este modo lo decidió tras el entierro de su esposo, la energía que derrocharía en cada llantina la guardaría para hacer sonreír a su pequeña Alicia, postrada en silla de ruedas el mismo día en que un conductor borracho perdió el control del volante, y viró con él la felicidad soñada desde que abandonaron el pueblo para instalarse en la capital. Alicante acogió el nacimiento de las gemelas dieciocho años atrás y, Marina, que seca sus mejillas con el dorso de la mano, se ilumina al recordar el rostro de Cristina, cuando fue elegida «Belleza» por la comisión de su «Hoguera» en las fiestas que concluyen hoy.
Lo hemos hecho bien,  Pepe, lo hemos hecho bien…─ habla en voz alta mientras contempla el cielo─. Las niñas nos han salido buenas,  tienen tu corazón, cariño. ¡No veas cómo las quieren en el barrio! Si las hubieras visto hacer de guía turístico con los miembros de la asociación de sordomudos de Elche. Aprendieron el lenguaje de signos y les han mostrado todos los eventos de estas «Hogueras». Estoy segura de que te hubieras llenado de orgullo si estuvieras aquí. Bueno, sé que nos estás viendo y cuidando desde arriba… La niña durante la ofrenda a la Virgen del Remedio rezó por ti y por su hermana, las dos son inseparables. Estas han sido las hogueras más bonitas desde que no estás… Alicia es feliz, a pesar de…y Cristina ha lucido tan preciosa…  Confío en que la «cremà» de este año se haya llevado lo malo por mucho tiempo…  
─Mami, ya estamos aquí─ dijo Alicia, mientras cerraba la puerta─. No te imaginas la de gente que hay, la calle está a tope. Hemos ido a despedir a los chicos y chicas de la asociación, son súper majos y se lo han pasado genial. Dicen que el año que viene repiten y que se lo hemos explicado todo de lujo. ¿Mamá? ¿Mami, estás ahí?..
─Sí, cariño. Estaba arreglando los tiestos del balcón…Me alegro mucho de que haya ido tan bien. Cris, estás muy callada, hija ¿No te has divertido?
─Claro, mami, pero me da tanta pena que acaben las fiestas. Este año ha sido uno de los mejores de mi vida…
─Quédate con lo bueno, los recuerdos que guardarás en fotografías, en videos, en el libro de fiestas, además de toda la gente a la que has conocido. Eso siempre lo llevaras contigo.
─Lo sé, pero no puedo evitarlo…
─Cris, todavía falta por saber si te elegirán «Belleza del fuego» para las fiestas del año que viene─ repuso Alicia─ ¿Te imaginas?.. Estoy segura de que las comisiones te darán el voto. Y no es pasión de hermana.
─Pues no es difícil, Ali. ¿Has visto acaso a las «Bellezas» de este año?..─contesta Cris.             
─Más difícil lo tengo yo, así que no te rindas antes de intentarlo. Todas las candidatas podéis  llegar a serlo, y no te quiero ver triste, ya has llorado lo suficiente durante la «cremà». ¡Hala! A pensar cómo prepararemos la candidatura.
Cristina admiró la fortaleza de la  joven que  tenía enfrente, que no medía más de metro y medio en su silla de ruedas, pero que inundaba cualquier estancia con su ánimo y sabiduría. El accidente habría dejado insensible sus piernas para siempre, a la vez que su corazón se había dilatado de generosidad y altruismo. Las dos hermanas, que físicamente habían heredado la misma hermosura mediterránea, compartían rasgos esenciales de personalidad, aunque a Cristina le faltaba el arrojo de su gemela.
***
Han pasado diez meses desde que finalizaron los festejos del año anterior. Este lapso ha sido intenso de actividad y emociones. Cristina ha tenido numerosos eventos y entrevistas para que el jurado la conociera antes de la ansiada votación. La ilusión y los nervios pasados no tienen comparación con los de las horas previas a la gala de elección de la «Belleza del fuego» y su corte de honor. El acontecimiento tendrá lugar en la plaza de toros, ante miles de alicantinos. Es el momento más esperado por todas las candidatas y sus familias. Marina repasa los detalles del vestido que lucirá Cristina en la gala: las enaguas de hilo, la enorme falda de damasco en plata, púrpura y azul cielo, cubierta por el negro delantal redondeado de puntilla; el corpiño de terciopelo negro bordado en plata, la mantilla de encaje blanco y los zapatos de raso. El vestido de novia alicantina, que será el último que lucirá Cristina en la ceremonia, se exhibe en un maniquí, alquilado para la ocasión, y que contemplarán amigos y vecinos antes de vestir a la aspirante, mientras se les agasaja con un aperitivo.
Alicia ha ayudado a su hermana a prepararse antes de los eventos, a elaborar sus discursos, a ensayar las poses e, incluso,  a estudiar para el examen de selectividad. Se diría que forman un único ser, las piernas de una son la voluntad de la otra, la felicidad de la otra, la motivación de una, y el cariño de ambas, la savia que alimenta la coraza con la que su madre se enfrenta al abatimiento.
Cuando Pepe y Marina pisaron por primera vez suelo alicantino a final de los años ochenta, se prendaron de la ciudad, ellos venían de un pequeño pueblo de Teruel y el único ruido que escuchaban al despertar era el de los pájaros que sobrevolaban la amplia meseta que rodeaba el pueblo. Nada comparable a la «despertà», que cada año protagoniza la banda de música municipal a las ocho de la mañana, para recordar que la festividad de San Juan se debe vivir con el frenesí de una gran ocasión. Las primeras hogueras que visitaron les  parecieron auténticas obras de arte, que reunían la crítica política, el sarcasmo y el costumbrismo local; por ello, no comprendían por qué iban a ser quemadas en la noche del veinticuatro de junio y la razón de que el esfuerzo de aquellos artistas se viera reducido a cenizas en unos cuantos minutos. En cuanto Marina presenció el acto se empapó del hechizo de aquel instante, cuando el humo de las llamas que se alzaba hasta el cielo contenía las almas de los ninots y la magia de la pirotecnia convertía las lágrimas de aquellos muñecos en las estrellas de luz que iluminarían sus cabezas. Marina aprendió una lección aquella fantástica noche: los tiempos tristes que la vida le reservara los teñiría de colores, como el fuego purificador que aniquila una etapa pero matiza la venidera. Y eso hizo el día del festival de la elección. Disfrutó con sus hijas de cada instante con entusiasmo.
Alcanzaron la plaza de toros en media hora. El acto comenzaba a las nueve y media de la noche  con la presentación de las candidatas infantiles y a las diez, el de las adultas. Cristina y el resto de sus compañeras desfilarán con traje de noche, para presentarse con sus mejores galas, ante el aforo de casi diez mil personas que contemplan desde las gradas a las futuras representantes de la fiesta principal de Alicante. Las «Hogueras», con nombre de mujer, también visten uno de sus actos más importantes con su mejor vestido, la danza y la música, para ofrecérselas engalanadas a un público entregado. El festival homenajeaba a la luna, testigo de cada elección de «Belleza del fuego» y sus damas de honor, desde comienzos de los años treinta hasta la actualidad, foco celeste que ha iluminado las sonrisas de cada una de las mujeres y niñas que vivirán un año de ensueño.
Antes de pisar firme el escenario, Cristina, a quien le es casi imposible controlar la sensación de que  unos revoltosos seres celebran su propia fiesta en el estómago, al ritmo de los tambores que retumban en su corazón, eleva una promesa al cielo estrellado de la noche de mayo, fecha que permanecerá tatuada a fuego en su memoria. Memoria que atesorará este último acto en cofre de oro, mientras que el tiempo transcurrido durante meses para sus preparativos, quedará encerrado en el cuarto de los recuerdos sin interés, así de injusto es el lugar de las evocaciones. Y en un espacio tan breve e intenso, como en el que caben dos desfiles, arropados por sus respectivas coreografías, llega el momento en que los siete nombres serán pronunciados por la misma voz que ha relatado, desde el anonimato, lo acontecido. Cristina, después de cada uno de los nombramientos, piensa en lo merecido que lo tienen las chicas y de cómo ha disfrutado del festival, en cómo se esfuma la promesa que se había hecho y en cómo le hubiera gustado que se hiciera realidad; entonces, desde el subconsciente, que le habla con la misma preciosa voz del locutor de radio que  ha nombrado a las anteriores, escucha su nombre y sonríe, su rostro permanece con esa expresión hasta que el codazo de una de sus compañeras la devuelve a aquel escenario, a aquel preciso momento en el que varias se abalanzan sobre ella y la colman de felicitaciones. Cristina se ha convertido en novia de Alicante, en «Belleza del fuego».
El coso está a punto de desmoronarse por los aplausos y gritos. Entre los espectadores hay dos personas que se aprietan la mano con fuerza, que se miran a los ojos arrasados en lágrimas, y que agradecen al espíritu de su hogar, seguras de que las acompaña, la dicha de aquel milagro. 
***
El veintiséis de junio amaneció raso y caluroso, el buen tiempo había acompañado a Cristina en todos los actos y festejos que conmemoraron las «Hogueras» de su año de reinado que comienza, vividos todos ellos con ímpetu y agrado, como se goza lo que sabes no volverás a sentir nunca. No olvidó uno solo de esos días  la promesa que hizo la noche de su proclamación. Se había encargado de prepararlo todo con las seis damas de honor, que se habían convertido en sus grandes aliadas. Había contactado con los  amigos de la asociación de sordomudos, con los que habían congeniado durante el periplo guiado por las fiestas, y ya lo tenían todo listo para la gran sorpresa Así que esa mañana, según lo previsto, se levantó fingiendo unas terribles náuseas:
─Mamá, no me encuentro bien, he tenido que visitar el baño un par de veces y creo que no voy a poder acudir a la sesión de fotos de esta tarde. Me tendría que quedar a ver si mejoro para el desfile.  Lo siento, mami…
─Bueno hija qué le vamos a hacer, no pasa nada. Ahora mismo llamo para informar de tu estado.
─No, mamá. Eso no es posible, me he comprometido con el periódico local y se ha movilizado a un montón de gente para que ahora falle. Creo que tengo la solución.
─Hija, no me parece bien que vayas en ese estado. Además que puedes contagiar a todas las damas.
─No estoy pensando en ir yo ─repuso Cristina- sino en  Alicia.
─ ¡¿Alicia?! ¡Te has vuelto loca!  Pero ¡¿Cómo?!...
─Mira, lo tengo todo pensado, hablo con las damas de honor y que la preparen para que el fotógrafo aparezca justo cuando ya están todas sentadas, nadie lo notará.
─No sé, hija. No lo veo…me parece muy arriesgado.
─Que no, mami. Déjame que lo organice todo, ya verás cómo sale bien.
Marina conocía la testarudez de su hija, así que no insistió más de la cuenta, a pesar de que no le parecía un buen plan y pensaba que hacía aguas por todos lados, desconocía que el mismo había sido elaborado con minuciosidad desde hacía mes y medio.
Cristina se lo propuso a Alicia, que al principio se negó, pero, debido a su gran corazón y el amor que sentía por su hermana, terminó por ceder.
Durante la sesión de maquillaje y peinado, se sintió como la reina que era sin saberlo. Cuando se vio reflejada en el espejo, descubrió a una Alicia con la que había soñado alguna noche en la oscuridad de su cuarto, en el silencio de los sueños prohibidos, los que  encierran en  caja fuerte  las personas que han sepultado la añoranza de lo perdido y que solo pueden abrir con la combinación de su voluntad.
La recogió el taxi, que la llevó a donde pensaba que estaría el salón del fotógrafo, la acompañaban dos de las damas de honor que la habían ayudado a vestirse. Marina prefirió quedarse cuidando de Cristina.
A Alicia le extrañó que hubiera tanto ajetreo cuando abordaron el trayecto final, la ayudaron a bajar del coche y allí la esperaban otras cuatro damas de honor y sus queridos amigos  sordomudos, que le dieron una gran sorpresa. La cogieron en brazos y la transportaron a una nave donde le esperaba una gran carroza, bellamente decorada y en la que se habían instalado dos bancos, forrados de tela de raso azul, y un espléndido trono dorado. Fue entonces, cuando comprendió lo que había hecho Cristina y la piel de su cuerpo se erizó con el torrente de cariño que sintió hacia ella en ese momento. Faltaban escasamente quince minutos para que diera comienzo la cabalgata de fin de fiesta que recorrería las principales calles de la ciudad y que estaría presidida por la carroza que ocupaba la «Belleza» y sus damas  de  honor.

Entre gritos y aplausos, bañada de confeti, del calor de los centenares de alicantinos y turistas, que disfrutaban del espectáculo engalanado por la banda de música, Alicia, la niña que creció, como la del cuento, en un breve y fatídico instante, vivió el suyo propio, de incognito, ante la mirada embelesada de su madre y su hermana, y con la certeza de que un ángel la observaba desde arriba. No le importaba que nadie más lo supiera, porque aquel momento era la fantasía que abriría la caja fuerte de sus sueños perdidos.  

1 comentario:

  1. Felicitaciones querida Almudena por tan merecido 1er. premio.
    Hermosa historia y hermosa elección del nombre MARINA... así se llama mi hija mayor!!

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