Una historia sacude el
lienzo negro manchado de rojo. La niña se ha quemado, se ha desfigurado, para
que no la violen más; tiene ocho años.
No es una historia de
ficción ni de cuentos macabros, es una historia real a la que el mundo
reacciona con diferentes visiones. Al menos,
espero no encontrar alguna frase de ninguna mujer, ni de ningún hombre para justificar el monstruoso acto.
espero no encontrar alguna frase de ninguna mujer, ni de ningún hombre para justificar el monstruoso acto.
Si pudiera mover la energía de mi estrella, si pudiera activar
mi mágica pócima hecha de tristeza, de impotencia y también de fuerza y
energías liberadoras, cercenaría de raíz el machismo asesino que ha llevado a
esta pequeña a marchitar su belleza, su presente y su futuro, si es que lo
tiene, con solo ocho años.
Hombres poseídos por el miedo, por una maldad inoculada, gota a
gota, contra la libertad, contra la humanidad, contra la más mínima cota de
felicidad. Porque no se puede entender ni defender la felicidad desde la
sumisión, desde la renuncia a la elección, desde la entrega cobarde al
fanatismo sin ningún tipo de duda y sin cuestionar los aberrantes métodos
asesinos, castradores y destructores de la belleza, de la verdad, y de la vida.
Hoy pequeña, me he quemado un poco contigo, aunque mi dolor no
es el tuyo, el mío es más cómodo, pero no menos intenso.
Mi pequeña estrella brillará un poco menos, pero su luz te
llegará y te besará en tu belleza desfigurada.
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